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Transcripción:
En este episodio:
- ¿Cómo se llaman los habitantes de diferentes países de Latinoamérica?
- En la segunda parte, conocerás a Don Enrique, un jubilado que comete errores al usar los gentilicios. Es un punto de vista para practicar tu gramática de forma intuitiva.
Bien, hoy hablamos de gentilicios. Un gentilicio es una palabra que nos indica de donde es una persona. Es una derivación del nombre del país, de la zona, de la ciudad, etc.
No es, como alguien podría pensar, ser gentil, o amable. Gentilicio proviene de “gente”, y, por tanto, tiene relación con la procedencia.
Hoy vamos a ver unos cuantos. A ver si puedes adivinar cada uno de ellos. ¿De acuerdo?
Vale, empezamos por un país que me resulta familiar:
España
España, un país donde la siesta y la fiesta son tradiciones, y donde la paella y el flamenco cobran vida. Pero, ¿cómo se llama alguien que proviene de España? ¿Qué piensas? ¿Españolés? ¿Españolino? No. La respuesta correcta es… ¡Español! Vamos bien, ¿verdad? Era fácil.
México
¡Ay, caramba! México, hogar del mariachi, el tequila y las enchiladas. ¿Te has imaginado alguna vez caminando por sus playas o celebrando el Día de los Muertos? Muy bien, ¿cómo llamamos a alguien de México? Pues, si te encuentras con alguien de este país, no es mexicanés ni mexicanino… ¡es mexicano!
Argentina
Argentina, la tierra del tango y de la carne. Qué buena que es la carne de Argentina. Pero, ¿cómo llamamos a alguien que viene de este rincón del mundo? No, no es argentinano o argentinista. Tampoco argentinés. ¡La respuesta es argentino!
Brasil
Brasil, ¡samba, carnaval y fútbol! Un país donde la alegría está en el aire y la música nunca se detiene. Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿cómo llamamos a alguien de Brasil? Si piensas que es brasilino o brasilés, estás un poquito desencaminado. En realidad es… ¡brasileño!
Chile
Chile, país de cordilleras, empanadas y donde la naturaleza asombra. Entonces… ¿Cómo se llama a alguien que vive en este lugar? ¿Chilino? ¿Chilista? No, no. Se llama chileno. Quizás en este caso no era tan obvio.
Bolivia
Bolivia, ¡altiplanos y llamas! Un país donde las tradiciones ancestrales se mantienen vivas. Pero aquí viene la pregunta del millón: ¿cómo llamamos a alguien de Bolivia? Si piensas que es bolivino o boliviés, no estás en lo cierto. Es… ¡boliviano! Esta reconozco que es un poco difícil.
Colombia
Colombia, ¡tierra del café! Un país donde la alegría contagia y la música nunca para. Entonces, ya sabes qué voy a preguntar… ¿Cuál es el gentilicio? ¿Colombista? ¿Colombo como el famoso inspector de policía? No. Es colombiano.
Ecuador
Ecuador, un país con una biodiversidad impresionante. Creo que, para este país, el gentilicio es un poco difícil. Intenta adivinarlo. Si piensas que es ecuadorino o ecuadoreño, no es correcto… En realidad es… ¡ecuatoriano! Sí, con t. No “ecuadoriano”, sino ecuatoriano.
Paraguay
Paraguay, un país donde la naturaleza y la cultura se entrelazan. Y… ¿cómo se llama la persona de este país? ¿Paraguayino? ¿Paraguayés? Noooo, es fácil. Paraguayo. Bueno, fácil no sé, pero es fácil de pronunciar.
Perú
Perú, Un país donde las maravillas antiguas siguen vivas. Pero aquí viene la pregunta que ya sabes: ¿cómo llamamos a alguien de Perú? Si piensas que es peruino o peruesco, no tienes suerte. Es… ¡peruano!
Uruguay
Uruguay, un país donde la tranquilidad y la cultura se sienten a cada paso. Con este país, tienes la pista de Paraguay, así que no puedes fallar ¿cómo llamamos a alguien de Uruguay? Uruguayo. Se parece mucho al paraguayo.
Venezuela
Venezuela, un país donde la calidez de su gente se nota. Así que, ya sabes la pregunta: ¿cómo llamamos a alguien de Venezuela? ¿Venezuelino? ¿venezolanés? No exactamente. Es… ¡venezolano!
¡Y ahí lo tienes! Una lista rápida de gentilicios de varios países. Espero que hayas aprendido algo nuevo hoy y que te haya divertido intentar adivinar cada uno.
Pero antes de continuar, ¿si eres de Estados Unidos, ¿cuál sería tu gentilicio? Sí, ya sé que popularmente se dice “americano”, pero si quieres ser preciso… No es estadounista, aunque no suena mal. En realidad, es… Estadounidense. Esto de los gentilicios nunca deja de sorprenderme.
PUNTO DE VISTA
(mejora tu gramática)
Ahora vamos a practicar con un punto de vista. Te explicaré una misma historia dos veces. La segunda vez cambiaré la perspectiva gramatical.
Muy bien, empecemos.
Primero, en pasado, en tercera persona.
Don Enrique, un jubilado de 70 años de espíritu joven y aventurero, emprendió un viaje por Latinoamérica. Aunque tenía muchas cualidades, usar los gentilicios no era una de ellas. En lugar de aprenderlos, confiaba en su “intuición”, lo que provocaba momentos verdaderamente cómicos.
Al llegar a Argentina, en el aeropuerto de Buenos Aires dijo: “¡Qué alegría conocer a los argentones!” La gente rio y dijo: “Es ‘argentinos’, Don Enrique”. Esa fue la anécdota del día.
México fue su siguiente parada. Emocionado en un mercado lleno de colores, dijo: “¡Qué bellos sombreros, seguro que los mexicaneses los hicieron con cariño!” Las vendedoras, sonriendo con sorpresa, le aclararon: “Se dice ‘mexicanos’, pero sí, los hacemos con todo nuestro amor”.
Al pisar tierras bolivianas, sin desanimarse por sus errores pasados, Don Enrique comentó: “Los bolivereños realmente saben hacer una fiesta”. Rodeado de locales sonrientes, le corrigieron: “Somos bolivianos, señor”.
A medida que Don Enrique viajaba, sus peculiares versiones de los gentilicios se volvían el tema de conversación en cada país. La gente lo esperaba ansiosa, deseando escuchar su interpretación del nombre de sus compatriotas.
Hoy, Don Enrique es conocido por su blog de viajes, “El gentilicio”, donde cuenta sus aventuras y las divertidas confusiones que su “intuición” le había causado.
Ahora, en primera persona en presente.
Yo, Enrique, un jubilado de 70 años de espíritu joven y aventurero, emprendo un viaje por Latinoamérica. Aunque tengo muchas cualidades, usar los gentilicios no es una de ellas. En lugar de aprenderlos, confío en mi “intuición”, lo que provoca momentos verdaderamente cómicos.
Al llegar a Argentina, en el aeropuerto de Buenos Aires digo: “¡Qué alegría conocer a los argentones!” La gente ríe y alguien dice: “Es ‘argentinos'”. Esa es la anécdota del día.
México es mi siguiente parada. Emocionado en un mercado lleno de colores, digo: “¡Qué bellos sombreros, seguro que los mexicaneses los hicieron con cariño!” Las vendedoras, sonriendo con sorpresa, me aclaran: “Se dice ‘mexicanos’, pero sí, los hacemos con todo nuestro amor”.
Al pisar tierras bolivianas, sin desanimarme por mis errores pasados, comento: “Los bolivereños realmente saben hacer una fiesta”. Rodeado de locales sonrientes, me corrigen: “Somos bolivianos”.
A medida que viajo, mis peculiares versiones de los gentilicios se vuelven el tema de conversación en cada país. La gente me espera ansiosa, deseando escuchar mi interpretación del nombre de sus compatriotas.
Hoy, soy conocido por mi blog de viajes, “El gentilicio”, donde cuento mis aventuras y las divertidas confusiones que mis “intuición” me ha causado.
¡Muy bien! ¡Qué historia tan interesante! Enrique tiene un problema con los gentilicios. Tendría que escuchar este episodio… Pero el problema se convirtió en algo bueno, y ahora tiene un blog de viajes.
Bien, antes de terminar, quiero recomendarte mis cursos. Puedes encontrar varios niveles en:
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Esto es todo por hoy. ¡Te espero la semana que viene!
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