#408 El arte de la conversación 2
Transcripción:
- Es blanco.
- No, es negro.
- Veo que te gusta contradecirme.
- No es cierto.
- Lo acabas de hacer otra vez.
¡Hola! Soy Óscar, el fundador de unlimitedspanish.com. Mi misión es contradecirte….Quiero decir…Ayudarte a hablar en español. Estás en pódcast correcto, a no ser que quieras aprender física nuclear. Entonces, no te puedo ayudar.
En todo caso, puedes seguir el audio con el texto del episodio. Ves a la sección de pódcast de mi página web unlimitedspanish.com para conseguirlo.
En un episodio anterior, te presenté tres reglas del arte de la conversación. Me inspiré en el libro “El arte de la conversación. Doce reglas de oro”, de Josephine Turk Baker, del año 1907. Las reglas que te expliqué son:
#1 Evita detalles innecesarios.
#2 Espera a que respondan tu primera pregunta antes de hacer la segunda.
#3 No interrumpas a otro mientras habla.
Hoy vamos a ver tres más. ¿De acuerdo?
Venga, la cuarta:
#4 No contradigas a otro, especialmente en asuntos triviales.
¿Te gusta contradecir a los demás? O tal vez, ¿te gusta que te contradigan? En general, no es buena idea contradecir a tu interlocutor, porque creas una atmósfera de confrontación, y eso no es deseable. Ya sabemos que no es bueno contradecir en las conversaciones, pero esta regla especifica un detalle: ‘especialmente en asuntos triviales’. Un asunto trivial es un tema sin importancia.
No es inteligente corregir a alguien en un tema poco importante. Parece que quieras demostrar que eres superior, incluso en detalles mínimos. Es mejor no decir nada.
Sin embargo, si el interlocutor está en un error y es relevante, será necesario contradecirlo. En este caso es necesario actuar con cierta delicadeza y diplomacia.
Por cierto, una manera un poco más coloquial de indicar contradicción, es decir: “llevar la contraria”. Por ejemplo:
- Carlos siempre me lleva la contraria. Si digo blanco, él dice negro. Si digo sí, él dice no.
Escuchemos un diálogo, en un entorno laboral:
- Gracias por venir a la reunión de trabajo. Por cierto, me gusta tu camisa de azul claro.
- No, no. No es azul claro, es azul ligeramente verdoso.
- Ah, vale. Muy bien… Creo que podemos empezar la reunión.
En el diálogo no tiene mucho sentido precisar el tono exacto de la camisa. Además, no creo que a nadie le importe, y podría ser una reunión importante. Vamos a ver la siguiente regla:
#5 No hagas toda la conversación
Generalmente, a todos nos gusta hablar, especialmente cuando estamos relajados. Nos gusta compartir nuestros pensamientos y disfrutamos contando algo divertido que nos pasó hace unos días.
Sin embargo, para ser un buen conversador, debes saber cuándo parar. Es difícil, ya que a menudo el interlocutor, por educación, no te dirá que ya no quiere escuchar más.
A mí me ayuda pensar que lo que estoy diciendo tiene un propósito concreto, como explicar algo o contar una pequeña historia de un viaje. Pero intento no excederme y dejar espacio para que la otra persona también participe.
Tenía un amigo que adoraba contar chistes, un chiste se traduce como ‘joke’ en inglés. Eran graciosos y tenía talento para contarlos. No obstante, no paraba, siempre tenía uno más, y recordaba otros mientras explicaba. Al final, la situación no era nada divertida.
#6 No seas continuamente el héroe de tu propia historia; y, por otro lado, no dejes tu historia sin héroe.
Esta regla, a primera vista, parece un poco complicada. Voy a intentar explicarla. La primera parte, ‘No seas continuamente el héroe de tu propia historia’, sugiere no centrar todas las conversaciones solo en tus experiencias y logros. Hablar constantemente de uno mismo puede volver la conversación unidireccional y poco interesante.
Recuerdo a alguien que dijo: ‘La gente es muy egocéntrica, solo hablan de sí mismos en lugar de mí’.
Vale, hasta aquí lo entendemos. No debemos hablar solo de nosotros.
La segunda parte, ‘no dejes tu historia sin héroe’, nos advierte del extremo opuesto. Es decir, no hablar nunca de ti mismo o de tus experiencias y siempre mantener un tono muy impersonal en la conversación. Hablas del tiempo, de comida, de política, o de cualquier otra cosa, pero no de ti mismo.
Esto a veces pasa con personas introvertidas, un poco tímidas o que no se sienten cómodas hablando de sí mismas. Parece más seguro no hablar de uno mismo, pero esto hace que sea más difícil conectar con los demás.
El equilibrio consiste en compartir tus experiencias de forma que invites a los demás a hacer lo mismo, creando un intercambio de historias e ideas. Esto crea un ambiente de conversación más dinámico y enriquecedor.
Me gusta esta regla.
Bien. Hemos visto tres reglas más. Ahora solo falta el pequeño detalle de ponerlas en práctica. Eso, desafortunadamente, es lo más difícil.
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
(mejora tu fluidez)
Muy bien. Ahora vamos a practicar con una pequeña mini-historia de preguntas y respuestas.
Puedes pausar siempre que lo necesites. Simplemente, intenta responder después de cada pregunta.
Voy a usar las mismas reglas que hemos visto hoy. Yo te preguntaré en segunda persona, y tú contestas en primera persona.
¡Empecemos!
- No contradigas a otro, especialmente en asuntos triviales.
¿Está bien que tú contradigas a otro?
No. No está bien que yo contradiga a otro, especialmente en asuntos triviales.
¿A quién no está bien que tú contradigas?
A otro. No está bien que yo contradiga a otro.
¿Especialmente en qué no está bien contradecir a otra persona?
Especialmente en asuntos triviales.
¿Qué quiere decir que los asuntos son triviales? ¿Qué tienen mucha importancia?
No, no quiere decir eso. Quiere decir que no tienen importancia. Son asuntos sin importancia.
- No hagas toda la conversación.
¿Debes tú hacer toda la conversación, de principio a fin?
No, no debo hacer toda la conversación, de principio a fin.
¿Qué no debes hacer?
La conversación de principio a fin. Eso es lo que no tengo que hacer.
¿Debes permitir a tu interlocutor que también participe en la conversación?
Sí. Debo hacer eso. Debo permitir a mi interlocutor que también participe.
¿Debes ser tú el único que haga la conversación?
No, no. No debo ser el único. Debo dejar que mi interlocutor también participe.
- No seas continuamente el héroe de tu propia historia; y, por otro lado, no dejes tu historia sin héroe.
¿Deberías tú ser de vez en cuando el héroe de tu propia historia?
Sí, de vez en cuando sí. Yo no debería ser continuamente el héroe de mi propia historia.
¿Deberías tú dejar tu historia sin héroe?
No. No debería dejar la historia sin héroe.
¿La historia de quién?
Mi historia. No debería ser continuamente el héroe de mi historia. Es decir, no hablar sobre mí continuamente.
De acuerdo con la regla, ¿es bueno que dejes tu historia sin héroe?
No, no es bueno. No es bueno que yo deje mi historia sin héroe.
Perfecto. Este es el final de este ejercicio. Te recomiendo repetir el audio varias veces para consolidar y automatizar.
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¡Nada más! ¡La semana que viene la tercera parte de esta interesante serie! ¡Cuídate!
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